FolkWorld #47 03/2012
© Pío Fernández

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Pasado y Presente del Folk en España

Ángel GOYANES es el fundador y director de la principal revista sobre música folk en España: Interfolk. Este artículo contiene la primera parte de una entrevista donde Ángel nos habla acerca de sus comienzos en el folk, y su visión sobre el brillante pasado y el complejo presente de esta música en 2012.

SOBRE TU PARTICIPACIÓN EN LA MÚSICA FOLK

¿Cuándo y cómo empezó tu actividad como músico de folk?

Bueno, empezó como la de cualquier aficionado a estas músicas en el Madrid de los años 80. Por un lado, buscaba músicas distintas a lo que los medios de comunicación y la industria proponían (y eso que en aquellos años la oferta era mucho más abierta y de calidad), y las músicas instrumentales eran mis preferidas, lo que me llevaba a escuchar desde música clásica, el rock sinfónico de la década anterior, a la incipiente música tecno.

Ángel GOYANES

www.interfolk.net

Con 16 años aprendí a tocar la guitarra seriamente, yendo a clases, y esto me abrió mucho el abanico de posibilidades musicales, además de apreciar mucho más la música clásica. De ahí llegó el momento de empezar a tocar con amigos, y uno de los más cercanos era flautista, por lo que buscamos temas que se adaptasen a este instrumento. No sólo había folk, estaba Mike Oldfield y sus propuestas instrumentales, nos entusiasmaba un músico funkie llamado Herbie Mann, y hasta llegamos a hacer alguna versión de… ¡Les Luthiers!. Pero el folk fue algo que llegó de forma natural, una fuente inagotable de repertorio donde escoger entre piezas maravillosas, y los gustos se fueron decantando por este camino: música celta, música griega, húngara, sefardí y cada vez más, música castellana sacada del Cancionero de Agapito Marazuela, otro tesoro inagotable. En 1992 conseguí mi primer cistro (bouzuki de 10 cuerdas) y esto definió mucho el estilo de música a desarrollar.

Los años fueron pasando, y llegada la madurez, la pertenencia a un grupo musical había llegado a ser algo imprescindible en mi vida, algo que no podía faltar de ninguna manera.

¿Qué grupos del folk español e internacional fueron tus referencias a la hora de dedicarte a estas músicas?

Como a casi todo el mundo, dos fueron las referencias fundamentales: los dos primeros LP de Gwendal, incluyendo el famoso “Irish Jig” (que me traspasó el alma), y el trabajo de una banda madrileña nacida en el Metro y que protagonizó alguno de los míticos conciertos de la Casa de Campo madrileña: Labanda. Ambos fueron la puerta de entrada, la presentación al mundo de la música folk, todo un género con mayúsculas, y la búsqueda se hizo incesante desde entonces.

A continuación llegaron los maestros, los precursores: Milladoiro, Oskorri y unos jóvenes de Madrid que se hacían llamar La Musgaña. Todos ellos proponían nuevas lecturas y estilos muy asentados sobre músicas de sus tierras. Aprendimos a amar a Galicia, Asturias, al País Vasco… a través de sus músicas, y cada vez circulaban más rápidamente de mano en mano las cintas y los LP tanto de estos grupos como de los que vinieron después: Llan de Cubel, Luar na Lubre, Arco da Vella, Emilio Cao, Xorima, Cornamusa, Hato de Foces,…

LLAN DE CUBEL

De fuera de España, Irlanda por un lado, con The Chieftains a la cabeza, pero asombrados por lo que hacían ciertas bandas como Planxty o Battlefield Band… desde el lado más folk, y nuevos estilos y formas gracias a Ramón Trecet en sus programa de radio: Nightnoise, Capercaillie, Enya… y luego los nórdicos y escandinavos, etc…

Personalmente descubrí los encantos de la música del Este de Europa y de la música klezmer, dos referencias fundamentales que añadir al bagaje, con muchas grabaciones que algunos amigos conseguían en aquéllos países, apenas caído el muro de Berlín (1989). Y Portugal fue apareciendo poco a poco, inicialmente gracias a un genio como Júlio Pereira.

El objetivo, la idea, siempre era la misma: buscar cosas distintas, propuestas nuevas, sonidos que te sacasen de la rutina, de lo ya oído, de las estructuras sempiternas del pop, de las autolimitaciones impuestas por la industria… y el campo resultó ser casi infinito.

¿En qué estilos e instrumentos de música tradicional y folk te has especializado?

Esto de la “especialización” es difícil de concretar. Lo primero es hacer oído, escuchar mucha música, lo cual hace que se vayan asimilando determinados estilos y formas de interpretar. Pero pertenecer a un grupo musical con compañeros formados en otros campos e instrumentos es como ir a clase todos los días. He aprendido mucho compartiendo un grupo, el intercambio de músicas y el contacto con otros grupos es tremendamente enriquecedor, y la especialización va llegando de forma inevitable. Y cada vez te centras más en tu tierra y en lo que tienes más cerca. Se puede decir que la música castellana lo que mejor conozco, sin ser ningún experto en la materia, pero sí he conseguido aplicar a los instrumento que toco muchos de los principales palos o ritmos de la misma, algunos realmente complicados: corridos en 5/8, brincaos, ajechaos… cada cual tiene su patrón, su acentuación, su aire… y esto sólo se aprende escuchando y practicando, escuchando y practicando… ah, y bailando se aprende mucho también.

¿En qué grupos de folk has participado hasta el momento actual?

Ángel GOYANES playing Cittern

Mi primer grupo fue una banda madrileña llamada Yorandav, que nació como reunión de amigos músicos y tuvo su oportunidad gracias a un concurso de música organizado por el Ayuntamiento de Madrid en 1989; no lo ganamos, pero nos sirvió para que los dueños de los bares que programaban música en directo nos invitasen a ir a sus locales, algo impensable para unos simples aficionados como nosotros. Este fue un momento clave, el punto de arranque de una “carrera” por múltiples locales de la noche madrileña, gracias al apoyo inicial de la Taberna Elisa, cuna y “madre” del folk madrileño. Allí nos fuimos conociendo muchos músicos, muchos grupos, y fuimos ampliando la red de actuaciones a muchas salas que funcionaban con música en directo, antes del gran cerrojazo y persecución a la que se vieron sometidas. Tuvimos la suerte de vivir algunos de aquellos años mágicos.

Esta etapa se acabó en 1996, y al año siguiente tuve el honor de que José María Climent (fundado de La Musgaña) me invitase a participar en su grupo Contrabanda, cuyo guitarrista se marchaba. Fueron dos años de maduración musical, de pulir estilos y de intenso aprendizaje sobre ritmos y músicas tradicionales, de mano de un gran músico y maestro, además de compartir tablas con músico mucho más experimentados que hasta el momento.

Tras tres años de transición, y ya en una edad de madurez personal, en el 2000 algunos de los fundadores de Yorandav nos juntamos de nuevo y nos animamos a poner en pie una nueva banda, esta vez mucho más orientada a trabajar las músicas castellano leonesas y del centro peninsular, sobre todo debido a que varios de sus miembros provenían del ámbito de la dulzaina castellana, donde habían desarrollado un intenso aprendizaje personal. Se trata de la banda HEXACORDE, y la decisión llegó en un buen momento, pues el folk estaba a punto de experimentar un nuevo resurgir, acompañado de una gran explosión de grupos, festivales, medios de comunicación, programas de radio, etc. Esto nos benefició mucho, y tras dos años de preparación de repertorio, en 2002 comenzamos a rodar por escenarios grandes y festivales a los que hasta el momento no habíamos accedido, con un ritmo estable de actuaciones que llegan hasta hoy día, y dejando en el camino dos discos en el mercado y un tercero en preparación en estos meses.

¿Qué lugares o eventos considerabas de especial relevancia para el mundo del folk en vuestros inicios?

Creo que la existencia de una red de pequeños locales en los que los grupos pueda empezar a actuar y a foguearse, a llevar a su público y donde hacer un público nuevo, es algo fundamental para cualquier músico de cualquier estilo. Una ciudad como Madrid debería estar a reventar de lugares de este tipo, pues por propia experiencia sé que el tener estos lugares a mano es lo que da oxígeno a los grupos, independientemente de que luego saquen mucho o poco dinero; esto no es lo más importante a lo hora de empezar. Locales como la Taberna Elisa, Triskel, la Fontana de Oro, el León de Oro, Café de la Palma e incluso el desaparecido Elígeme, fueron esenciales para un grupo como Yorandav Folk en sus inicios. Junto a ellos, encontramos también un buen apoyo en los Centros Culturales de diversos barrios, que abrieron sus puertas a estas músicas y ofrecieron escenarios más que dignos para nuestras actuaciones.

HEXACORDE & Vanesa MUELA

En lo referente a festivales, todos son esenciales, cada uno aporta una forma distinta de organización, de planteamientos, de entornos y paisajes y de actividades paralelas. Los hay veteranos (Folk Segovia, Ortigueira, Cita Folk de Jódar, Parapanda, Poborina, Orejo…) junto a otros más recientes pero muy prometedores (Demanda Folk, Viso del Marqués…). En Madrid hay encuentros que han sido un referente (Folk Chinchón) junto a otros de origen más reciente (FolkInvierno de Las Rozas, MadridFolk…), aunque con esta crisis no sé en qué quedarán.

¿Qué echas de menos de tus épocas anteriores en la música tradicional y folk? ¿Qué crees que se ha perdido de los lugares y las formas de hacer las cosas de aquellos tiempos?

No puedo hablar de primera mano de pérdida de costumbres tradicionales, pues toda mi vida ha transcurrido en Madrid y nací a finales de los sesenta. No he tenido pueblo al que volver, y sólo sé lo que he leído sobre ello.

Creo que en estas músicas una pérdida grave ha sido la de saber bailar bien y tener dónde hacerlo; las fiestas de los pueblos eran las grandes ocasiones de socializar mediante el baile, de mostrar habilidades en este campo y de desarrollar las mismas. El baile actual en discotecas no invita a la socialización y al goce tanto como antes, creo. Para encontrar algo de esto habría que acudir a la oculta y desconocida red mundial de salones de baile, milongas y similar, que abundan en las ciudades pero nunca salen a la luz en los medios de comunicación.

Por lo ya comentado, sí puedo decir que el folk en Madrid ha perdido la frescura de la música en directo en pequeños locales, sin tantas zarandajas ni cortapisas como hay ahora. También se han perdido los grandes conciertos abiertos en la Plaza Mayor, donde he visto actuaciones memorables de Milladoiro, el Mester, La Musgaña, Celtas Cortos… con cientos de personas de pie y bailando haciendo corros… ahora el público es más frío, moderado, no se entrega como antes, no vuelve a casa afónico de gritar y agotado de bailar junto a desconocidos con los que compartes unos gustos musicales. El folk está padeciendo el síndrome de la falta de público y de la frialdad del mismo.

BALBARDA @ TABERNA DE ELISA

No se puede teorizar sobre gustos, hay una gran oferta musical y gracias a internet cada cual puede buscar lo que más le interesa. Seguramente en otros géneros musicales estén viviendo su época dorada respecto a lo que comento, pero esto escapa y a mi conocimiento.

SOBRE EL FOLK EN ESPAÑA Y EN EL MUNDO

¿Cuáles consideras que han sido los momentos de mayor relevancia de la música folk de los últimos 40 años y a qué crees que se han debido?

En el mundo no sabría decir, sinceramente. Me imagino que la publicación de algunos trabajos de ciertos artistas de verdad, ha supuesto el revulsivo que pone en marcha cambios y nuevas etapas. En el caso del folk español se pueden distinguir ciertos hitos: los inicios, con Nuestro Pequeño Mundo o El Mester,[40] con propuestas musicales que hoy día no tendrían apenas repercusión, pero que en su momento tuvieron el gran valor de suponer algo que hasta entonces no se había hecho. Luego la apertura de miras, con la “revolución Gwendal” que mostró lo atractivas que podían llegar a ser las músicas tradicionales; nace la moda de la música celta. Un tercer momento creo que lo marcaría La Musgaña, al mostrar que el folk podía ser muy interesante al margen de la música celta, sin dejar de ser folk: abrían nuevas vías sin cerrar las anteriores. Celtas Cortos apuntaron que además de todo ello, esta música podía ser comercial, cosa que Hevia y Carlos Núñez desarrollaron con gran éxito y formatos muy distintos. Kepa Junkera cristalizó que el folk peninsular también podía entrar en el circuito internacional de la world music y ser muy respetada. Y creo que hoy día ha llegado el momento de dar otro salto nuevo, ya necesitamos nuevos revulsivos, propuestas que vayan más allá de todo lo hecho hasta el momento.

En España han tenido mucha importancia ciertos programa de radio, que al final han tenido una función casi educativa en lo musical: Trébede con Iñaki Peña, Diálogos 3 de Ramón Trecet, crearon auténticas mareas de seguidores silenciosos que luego copaban las salas de conciertos de grupos llegado a nuestro país por primera vez, y que agotaban los ejemplares de sus discos en las tiendas. Eso no se ha vuelto a producir, y la defenestración de estos programas ha supuesto, además de un auténtico drama cultural, parte del derrumbamiento de Radio-3 como lo que realmente era. Siguen quedando programas ejemplares, como Discópolis, pero son ya casi islotes perdidos en una gran marea de mediocridad.

¿Cómo valoras el momento actual en 2012 comparado con aquellas épocas de auge?

NUESTRO PEQUEÑO MUNDO (NPM)

Como casi todo en este país, está siendo la época del desmantelamiento, de ver cómo echan el cierre festivales y eventos que parecían sólidamente asentados; de ver cómo grupos imprescindibles se ven en dificultades para actuar, y cómo lo más humildes se desesperan por no lograr ni una sola actuación en todo el año (algo horroroso para un músico). Todo eso trae un sentimiento generalizado de pesimismo que impregna a artistas, representantes, programadores e incluso a medios de comunicación especializados, como Interfolk. Nos hacemos receptores de infinitos comentarios, conversaciones, charlas y correos con muchos artistas y músicos, a los que animamos vivamente a resistir como sea, confiando en que ningún mal duró cien años.

¿Qué cuatro artistas de los últimos 40 años destacarías para estar en el “cuadro de honor” del folk?

Limitarnos a cuatro obliga a dejar fuera a muchos que “son”, aunque no “estén”. Para no dejar sin respuesta esta pregunta, citaré a cuatro y los motivos por los que los seleccionaría:

¿Qué aspectos de la música folk crees que se han visto ‘perjudicados’ por los avances en las tecnologías de comunicación digital en los últimos años?

NUEVO MESTER DE JUGLARÍA

Creo que en el folk en general, se ha mimado mucho al disco como obra completa, como álbum, como imagen, diseño, libreto… y no se ha visto recompensado por el mercado musical. Hay una gran diferencia entre un disco original y la simple música descargada en baja calidad. La riqueza de timbres de esta música también se ve perjudicada por las descargas en baja calidad, que apisonan el sonido en un nivel similar y recortan matices, armónicos y muchos otros colores de los que hacen gala los instrumentos usados.

Lo de las discográficas ha sido importante, aunque nunca se han ocupado mucho del género salvo unas pocas especializadas.

Las facilidades y el abaratamiento de costes para grabar, en principio positivo, ha traído consigo tal vez un exceso de demanda y muchos discos que tal vez no se deberían haber hecho, baja calidad en muchas propuestas.

El exceso de oferta trae consigo que entre tantas propuestas cueste distinguir a primera vista las realmente interesantes de las que no lo son. Con una escucha cuidadosa se va separando el grano de la paja, pero el público en general no tiene tiempo o información suficiente para ello. En aquí donde tiene sentido el papel de medios de comunicación especializados, como Interfolk y como algunas webs, programas de radio, etc…

¿En qué aspectos crees que se ha beneficiado el folk de estas nuevas tecnologías?

En lo mismo que todos los independientes y de bajo presupuesto: facilidad para grabar, para difundir un trabajo propio, para enviar comunicaciones, para saber de festivales y eventos, etc…

Desde el punto de vista del músico, son muchas las herramientas informáticas que se ponen a su disposición para componer, escribir, enviar y compartir trabajos, etc.

¿Hasta qué punto está afectando la crisis económica de estos últimos 4 años a las actividades de la música folk en España?

LA MUSGAÑA

Sobre el tema de las subvenciones no puedo hablar, ya que no recuerdo haberme beneficiado de ninguna en todas estas experiencias acumuladas, pero imagino que son importantes. Lo de los escenarios, el directo, los festivales, las salas de música… sí me parece importante, porque suponen el auténtico oxígeno de un grupo, mucho más importante que el dar un dinero a fondo perdido. El directo es el campo donde el folk ha podido demostrar su ventaja frente a otras músicas, su implicación con un territorio, sus valores medioambientales, su gran plasticidad y vistosidad, su complicidad con el baile y la fiesta… Hay que buscar nuevos espacios, nuevos entornos que pongan a estas músicas en contacto directo con el público, y entonces la partida estará ganada, pues no necesita de falsa publicidad ni de artificios para “venderse”, basta con dejarse escuchar.

Las escuelas son un mundo aparte, pues cada una funciona de manera particular en base a sus dimensiones y objetivos. Lo que sí veo es que la formación musical, bien sea en escuela “oficial” o por vía privada, sigue funcionando, pues la gente tiene necesidad de aprender música, de tocar instrumentos, de cantar y compartir, y está dispuesta a gastar su propio dinero, aun escaso, en dejarse este último lujo sin perder. Creo que esto es algo muy significativo realmente.

También se van abriendo vías nuevas para la gestión económica de los discos, como el micro mecenazgo, que algunos músicos están poniendo en marcha para seguir editando, algo muy interesante. Es alentador ver cómo la sociedad reacciona y busca sus propias soluciones al margen de la situación global.


Photo Credits: (1), (3) Ángel GOYANES, (2) LLAN DE CUBEL, (4) HEXACORDE & Vanesa MUELA, (5) BALBARDA @ TABERNA DE ELISA, (6) NUESTRO PEQUEÑO MUNDO (NPM), (7) NUEVO MESTER DE JUGLARÍA, (8) LA MUSGAÑA (unknown).


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